Las aventuras de Zahra. Las pinturas de Kondoa

Cuando la tierra y el cielo se separaron, el dios se dio cuenta de que el pasto para sus animales haba quedado en la tierra, por lo que eligi a los masais para que los cuidaran en su nombre. Por eso los masais son los dueos de todos los rebaos de frica y gozan de la proteccin directa de Ngai a travs de esos espritus que les acompaan hasta el da de su muerte.
Aquella noche Tumake percibe el regreso del guardin ms poderoso, el len blanco, el hijo del Sol, que camina por Kondoa como el ms preciado regalo que nadie pudiera recibir. Todo el campo ha enmudecido esta noche, como lo hizo en otra poca segn le contaron sus abuelos, los anteriores laibones.
Hay una mujer joven, en cuyo pelo dorado se refleja el rey del cielo, pero cuya piel es la imagen de la luna. Ella tambin goza del favor de Yemoj, la madre de todas las mujeres, la diosa de las aguas, que vela por su destino.