Los santos ebrios

Después de leer Los santos ebrios, rezumo las escenas de un yo que falsea uno de los pasajes más cínicos del evangelio: "Bienaventurados los mansos de corazón porque de ellos será el reino de los cielos"; la mansedumbre que va contra el carácter creativo: la violencia, la energía vital que serpentea bajo neones de un cielo donde los taxes, los efficiency y el ocre sueño americano sepultan la travesía de personajes que se formaron donde lo rancio se desborda en racimos y la belleza mensual de las mujeres es poco más que el carmín y el postizo grotesco de unas uñas. Poemas que acogen meretrices; convictos que devienen curas; emigrantes que, a lo Camus, son extranjeros en su propia familia. Vidas en tranquila desesperación y amores rapaces. Los dejo con una mueca tenaz semejante a la risa; con esta conciencia afectada por la ferocidad, la insatisfacción y la esperanza.
Óscar Cruz